Dificultades en el establecimiento del vínculo: Una historia de Gran Bretaña

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Durante los dos largos años que esperamos para adoptar a nuestro bebé Milly, el sueño que me mantenía en la lucha era el abrazo a mi nueva hijita. No podía esperar para verla dormida en mis brazos y abrazarla muy fuerte y empezar a conocerla. Miraría dentro de sus ojos, ella exploraría mi cara y pronto estaríamos preparados para estar en el mundo, como madre e hijas, en una relación completamente nueva.

Por desgracia, las cosas no fueron así. Durante los priemros días y semanas, Milly fue la niña más amable, dócil y tranquila niña del mundo, yo pensé que las barreras que yo sentía entre nosotros se debían al trauma que había pasado en su corta vida. Confiaba en que pronto encontraría el camino directo hasta mi corazón y que conseguiría establecer unos vínculos con nosotros. Sin embargo, como los meses pasaban, empecé a preocuparme. Milly no quería mantener contacto visual. Yo intentaba iniciarlo y ella desviaba la mirada, aparentemente inconsciente de lo esperaba de ella; yo me preguntaba si evitaba ese contacto deliberadamente: el contacto visual, y la intimidad que esto conlleva, podía ser visto como amenazante para un niño vulnerable. Si yo tomaba sus mejillas cariñosamente y captaba su atención, ella, aunque de forma breve, miraba dentro de mis ojos, pero empezaba a enfadarse. Mi amable niña se volvió de repente agresiva y difícil: me chillaba, pegaba y pellizcaba para que me separara de ella. Durante meses, mi cara estaba llena de heridas y costras, por sus golpes: yo estaba muy cerca de su cara y ella lo odiaba. De igual forma, no quería ser abrazada, o calmada o mimada. No quería dormir conmigo en mi cama, no quería estar en mis rodillas mientras leísmos un libro o jugábamos a algo.

Mis amigos y familiares rechazaron mis miedos (me decían: mira, ella viene conmigo para que le mime). Ella estaba feliz con cualquiera, con lo que los demás la encontraban deliciosa, sociable y completamente cariñosa (que lo era). Me estaba volviendo loca el hecho de que ella prefiriese a los extraños antes que a mí. Seguro que no habría llorado si le hubiese dicho al cartero que se hiciese cargo de ella un día. La gente decía que todo se debía a que ella era muy independiente; pero yo sabía que no era eso, y que no resultaba sano que ella no pudiese tener contacto conmigo. Así, empecé a buscar ayuda; al, bastante difícil, por cierto.

Los servicios sociales y nuestro centro local de terapia familiar sólo se ocupaban de casos de crisis, como adolescentes con tendencias suicidas. El centro de Post Adopción me sugirió un terapeuta musical, pero mi hija es “pre-verbal” y este tipo de terapias sólo funcionan con niños que hablan. Encontré un psicólogo que trabajaba con vínculos afectivos (descubrí que se centraba en madres que sentían problemas para estableces vínculos con sus hijos naturales). Contacté con Adoption UK (Adopción en Reino Unido) (formalmente, conocido como PPIAS, the Parent to Parent Information on Adoption Services) que ofrecían consejos sobre dificultades en el establecimiento del vínculo, poniendo en contacto a padres con experiencias similares.

El libro First Steps in Parenting the Child Who Hurts, de Caroline Archer, explica esta clase de dificultades y sugiere numerosas estrategias para frontarlas. El libro acaba con una amplia lista de lecturas. (ISBN I85302 801 0. Jessica Kingsley Publishers, 116 Pentonville Rd, London N1 9JB. www.jkp.com).

La otra inestimable ayuda fue la de www.attach-china.org, que funciona gracias a padres de niños adoptados en China. En esta web y su lista de correo hay información sobre el establecimiento de vínculos (me quedé muy preocupada cuando al ver la primera sección sacamos 9 de los 10 puntos) y el “holding time”, lo que yo interpreté como el abrazo de nuestra niña hasta lograr romper las barreras que impiden el enlace entre ella y nosotros. El contacto diario con personas con el mismo sufrimiento que tú te tranquiliza mucho, ya que sientes que no estás solo.

Algo que he aprendido desde que traje a Milly a casa es que el establecimiento del vínculo es un proceso, un “continuum”, no algo que ocurre en un momento. El bebé que se “cuelga” de su nueva madre es sólo un bebé aterrorizado ante la posibilidad de perder a su último cuidador: este es el modo en que nuestra primera hija reaccionó, lo que hizo que fuera fácil quererla y establecer un vínculo con ella. Con Milly, esto necesitó de muchos meses, aunque ahora, un año después de tenerla en casa, podemos ver los progresos que hemos conseguido. La vida diaria, la rutina… han demostrado a nuestra hija que nosotros estaremos siempre aquí, con ella, que ha logrado confiar en nosotros, tras un largo camino. Nuestra dulce insistencia en darle cariño, tocarla, jugar con ella… han ayudado mucho.

Hemos recorrido un largo camino, que continua, desde la ausencia de emociones hasta la intimidad y, aunque nosotros no hemos conseguido nuestro objetivo, ahora lo veo, confío en que nosotros lo lograremos pronto.

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“Do you miss your parents?” he asked, resting his cheek on his knees, looking up at me.

“Do I miss my parents? Well, I never met my mother. My father died a few years ago, and yes, I do miss him. Sometimes a lot…”

“I’m starting to forget their faces,” Sohrab said. “Is that bad?”

“No,” I said. “Time does that.”

The Kite Runner by Khaled Hosseini